Un día sin descanso

Ya estaba oscuro cuando decidí regresar a casa, había trabajado todo el día y mi cuerpo me pedía descanso, estaba molesto porque se me habían escapado algunos animales, recorrí las chacras del pueblo de San Juan Bautista. Había quedado exhausto… Estaba cansado, llegué a mi casa y mi familia ya estaba acostada, no tenía hambre, guardé la comida que me habían dejado encima de la mesa… al entrar a mi cuarto ví a mi mujer durmiendo, tiene 5 meses de gestación, para no molestar decidí no hacer ruido, tomé un ligero baño en el patio con el agua de la lluvia que había en el cilindro que servía para juntar agua... me coloqué mi pijama de dormir... y me metí en la cama, subiéndome las frazadas hasta la nariz. No pasó de unas horas y sentí de pronto un fuerte ruido… Abrieron la puerta, escuché gritos, todavía era de noche. Me levanté presuroso de mi cama, le dije a mi mujer que se quedara en el cuarto callada, mi madre sale a acompañarme asustada, pero le dije que mejor se quedara con mi mujer. No podía ver nada, las luces de las linternas me cegan, trato de ver algo a través de los rayos de luz… Me increpaban y preguntaban a gritos ¡Quien es Edgar Noriega! Me tapo los ojos y les respondí que era yo… Les pido que se identifiquen… Cuando de pronto siento un fuerte golpe en la cabeza que me derriba, pierdo la razón por unos segundos, trato de levantarme, pero mis piernas flaquean… Logro apoyarme en la pared, gritos y más gritos!!! Siento un líquido caliente que recorre mi cara… Se desliza por mi boca, es mi sangre… Me cogen por los brazos y me vuelven a tirar al suelo, escucho la voz de dos mujeres, son mi madre y mi esposa, que suplican por mí para que paren de maltratarme… Insultos de los hombres que callan los gritos de mis mujeres, no puedo hacer nada!!! Levanto ligeramente la cara, puedo ver las figuras de aquellos hombres, llevan pantalón verde y chompa negra con pasamontañas, me patean el rostro… Sólo puedo ver por un solo ojo, me siguen castigando con patadas y puñetes en la espalda, siento que me voy a desmayar, ¿Qué puedo hacer? ¿Gritar? ¿Suplicar para que no me sigan golpeando?... Me preguntan si soy cabecilla de Sendero Luminoso, con esfuerzo les respondo que no lo soy y trato de explicarles… Parece que no me escuchan, escucho llantos, es un griterío, mis mujeres también son golpeadas sin misericordia, a pesar de que está embarazada mi Olga… No puedo hacer nada… Un fierro frío se desliza por mi cara, rastrillan el fusil y me apunta en la sien, ¡responde terruco maldito! ¿Eres o no eres?... Si quieres, te vamos a matar delante de tus mujeres como a un perro sarnoso… me levantan y me desvisten, me quedo en calzoncillos, empiezo a tiritar, estoy descalzo… Escucho fuera de mi casa un motor de un camión encendido… póngale una frazada en la cara y súbanlo al camión!... es la orden de uno del jefe del grupo que irrumpió en mi casa… Ahora solo puedo escuchar, no veo nada… Mis mujeres suplican y lloran para que no me lleven… Igual aquí todos son terrucos, cállense o los matamos aquí mismo, son las voces de los soldados que invadieron mi casa. Herido me llevan a empeñones al camión, escucho pasos de hombres alrededor, perros que aúllan, sigo teniendo frío, con dificultad logro subir, el camión empieza a moverse, siento que se alejan de mi casa, ya no escucho la voz de mi Olguita y de mi madre… Pienso que me van a liquidar y que me van a tirar en algún barranco… Siento náuseas… Me da vueltas la cabeza. El camión se detiene, me bajan a empeñones, escucho el silbido del viento frío de la madrugada. Me vuelven a interrogar, la penumbra de la noche y las estrellas en el firmamento son testigo de mi sufrimiento... ¡terruco de mierda hablas o te callamos para siempre!... rastrillan sus armas… Empiezo a rezar un padre nuestro, pienso en mi mujer y en mi hijo que está por nacer, espero que nazca sanito, ¿podré verlo nacer?… Me siguen golpeando, siento los culatazos que hieren mi cuerpo… Pierdo la noción, me desmayo… Escucho voces… Estoy ahora con una frazada como abrigo, hey, hey amigo ¿qué te pasó?, me pregunta el tipo que está a mi lado ¿dónde estoy?, le pregunto… Me dice que estamos en el cuartel de los Cabitos… Aqui todos somos sospechosos, todos somos terrucos, estamos jodidos, nos cagamos, los milicos van a ser de nuestras vidas un infierno... comienza a despedirte de todas las personas que conociste hermano, me consuela mi compañero de celda...no sabré si podré ver a mis seres queridos, este cuartel se ha convertido en la tumba de muchos campesinos del lugar… El lugar tiene un fuerte hedor…solo me queda llorar, cierro los ojos… No sé si saldré de este sitio, escucho llantos y lamentaciones en voz baja al mismo tiempo, trato de levantarme, pero mis piernas no tienen las fuerzas suficientes para sostenerme en pie... tiemblo y comienzo a observar el lugar en donde estoy, es una celda inmunda que alberga a muchas personas, restos de comidas en el piso que son devorados por los roedores visitantes que conviven en el lugar... las caras de los detenidos tienen expresión de miedo y angustia... muchos de ellos por su expresión no han recibido ni agua ni comida alguna... nadie sabe lo que va a suceder en las próximas horas... tengo sed, mi boca está seca, busco un rincón para poder apoyar mi espalda... la frazada que tengo envuelta en mi cuerpo la siento pesada...me he orinado sin darme cuenta en ella...no me puedo contener las lágrimas que recorren mis mejillas, paso el brazo para secarlas de mi rostro... tengo un fuerte dolor de cabeza que me martilla el cerebro, pienso que es el fin... el terrorismo que azota todo el departamento de Ayacucho está cubriendo de horror y muerte por donde pasa...no sabemos quién está del lado del bien y del lado del mal... Dios me ha abandonado... ¿Será cierto?, acepto con resignación mi destino... será un milagro salir vivo de este lugar, las heridas que poseo por el maltrato recibido quedarán tatuadas como mudos testigos...
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