jueves, 30 de septiembre de 2021

Nuestros queridos profesores




En 3er. Año, en las clases de matemáticas teníamos un profesor, el cual tenía el apodo de “sérpico”, era un tipo delgado y que casi siempre usaba barba y bigote, llegó en reemplazo del profesor Astocaza, gustaba vestirse con casaca de cuero y con un pantalón de vastas acampanadas, lentes oscuros, cabello largo, y borceguíes. Era odiado y temido por los alumnos, jalaba a casi toda la sección y por ello se le tenía cólera. Un día de clase hubo un “palomilla” al que se le ocurrió la forma de “vengarse”, y no tuvo mejor manera de colocarle una masa pegajosa en su “querida” casaca…ya se imaginaran su reacción y su represalia personal, desaprobando a muchos de la sección a fin de año. Muchos tuvimos que hacer vacacional para aprobar el curso de matemáticas en pleno verano de 1983.
En 4to. Año, tuvimos al profesor de matemáticas, Vílchez , un tipo muy recto a la hora de impartir sus clases y que no gustaba de algún disturbio, nos trataba como si fuera un instructor militar, cada vez que llegaba al aula, con su compás y escuadra gigantes y se sentaba en su pupitre, pasaba lista e “invitaba” a un grupo de cadetes a abandonar el salón de clase, y siempre entre ellos estaba el famoso cadete “chanchez chanchez”, al que le decía que era mejor tenerlo lejos de su presencia porque siempre estaba haciendo cualquier cosa menos estudiar matemáticas… Alguien por ahí escuchó que el profesor lo retó a una contienda para arreglar el asunto como los hombres.
Otro profesor muy “querido”, era el del curso de Biología (4to. Año), Chávez Mego, un tipo cascarrabias, como palomillas de aquella época casi quemamos el laboratorio de Química al manipular instrumentos sin su consentimiento, y fuimos separados de las clases, solo nos quedó esperar la hora del examen final o la famosa 5ta. nota, por ahí se corrió el rumor que la prueba iba a ser difícil, y como en la novela de Mario Vargas Llosa, “La ciudad y los perros”, ciertos alumnos robaron varias pruebas de la secretaria académica y descubierto ese caso, los profesores de varios cursos tuvieron que hacer nuevos exámenes para ser impresos y cumplir con el cronograma de fin de año. Para felicidad de todos, el examen de biología no fue nada difícil y la mayoría de la sección fue aprobada, solamente quedó el recuerdo de quienes alguna vez tuvimos alma de “piromaniacos".
En 5to. Año el curso de música, el profesor era conocido como “pajarito”, un profesor más bueno que el pan, muy buena gente, asistíamos al salón de música para escuchar música clásica, el cual estaba ubicado al lado de los baños en la primera planta del pabellón de Las Américas, en donde nos daría una clase de los principales compositores, y casi todos, para no decir la mayoría nos poníamos a dormir en las bancas al ritmo de Vivaldi, Bach o Beethoven y pasar las dos horas académicas con Orfeo. Al final de año toda la sección fue aprobada con nota sobresaliente.

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