El cadete con prisa agarró su toalla, calzó sus sandalias y salió corriendo a los malacates para tomar el baño respectivo. Al regreso abre su ropero y comienza a buscar sus prendas interiores en este caso, su calzoncillo. Escucho un murmullo que quiebra mi siesta y escucho decir al cadete: "tamare estoy sin calzoncillo", yo estaba hechado en mi cama en el camarote de enfrente mirando su reacción. Los componentes de la manchita se juntan a él y comienzan a tratar de solucionar el problema. Miran a todos lados y preguntan si alguien tiene un calzoncillo que puedan prestar al cadete nadie responde... Me llaman y preguntan de voz baja: Paredes tienes algún calzoncillo que le puedas prestar? Y yo sin dudar les respondo que sí. La cara del cadete de angustia pasó al de felicidad. Les digo que solo es abrir mi ropero y buscarlo. Se lo entrego y le digo: "no te olvides de devolvérmelo limpio y planchado el próximo fin de semana"... ya han pasado 38 años hasta el día de hoy estoy esperando la devolución de mi calzoncillo.
lunes, 27 de septiembre de 2021
El calzoncillo prestado
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